Comentario
Este capítulo, con cinco espacios de las enjutas, se dedica prácticamente en su totalidad a la figura de Moisés, de nuevo prefigurando a Cristo, pero haciendo insistente alusión al Bautismo -paso del mar Rojo y el agua que brota de la roca- bajo un nuevo orden derivado de la nueva alianza divina -entrega de las Tablas de la Ley- a la que se llega tras superar las tentaciones del pecado -adoración del becerro de oro-.
Es conveniente llamar la atención sobre un hecho que puede confirmar el interés del autor por reafirmar la orientación hacia el Bautismo. La escena en la que Moisés hace brotar el agua de la roca corresponde cronológicamente a un momento anterior al que se de sitúa, lo que indica la voluntad de hacer coincidir en un mismo lado y en enjutas afines esta escena con la dedicada a la unción de David, clara alusión ésta al Bautismo de Cristo, así como su vecina alterada de orden. Con ello se define la última parte del Antiguo Testamento como la superación del pecado a través de la purificación del agua divina.